miércoles, 4 de abril de 2012

La responsabilidad de nuestro lugar en el mundo

El crisantemo y la espada es un libro clásico que indaga en la personalidad del japonés, en su idiosincrasia más profunda, en su modo de ver la vida, sus valores y motivaciones, sus afectos y las tensiones que le hacen funcionar en sociedad. Uno de estos pilares básicos de los nipones es la búsqueda constante y la reivindicación continua de un lugar en el mundo, de un puesto entre los poderosos desde el convencimiento de que Japón merece su sitio. La autora, Ruth Benedict, hizo este estudio por encargo de aquellos que no lograron comprender el sistema bélico japonés en la Segunda Guerra Mundial, e insinúa que esa permanente reafirmación nacional por su lugar en el mundo fue el germen de la intervención en el conflicto del país del Sol Naciente. Japón buscaba su sitio.


Esto viene porque hoy pensaba que todos buscamos nuestro sitio, también los países. Estos últimos días hemos visto cómo la Semana de Pasión se convertía en verdadera tras los anunciados y temidos recortes del Gobierno que nos gobierna. De todos ellos, me duelen especialmente los que afectan a la Cooperación para el Desarrollo. La horquilla de reducción presupuestaria alcanza, en el mejor de los casos, a poco más del 50%, mientras que si se suman todos los hachazos, también los relativos a financiación estatal de ONGDs, el presupuesto sufre una caída que supera el 70%. Esto supone la práctica retirada del actor Estado de la solidaridad internacional en la que España está involucrada.

Nuestro sitio en el mundo, el lugar de España, no solo viene determinado por sillas ocupadas en los foros del G20, sino sobre todo por la respuesta responsable a las políticas mundiales que llevamos a cabo. En este sentido, el recorte brutal que ha sufrido la cooperación española evidencia una más que notable falta de responsabilidad con las realidades de desarrollo, porque será el final de multitud de programas y proyectos que, hoy por hoy, hacen la vida vivible a miles de personas del Sur. Acabar con este modo de relación simplemente nos hace indignos de nuestra relevancia internacional.

Las cínicas declaraciones del ministro Margallo profundizan más si cabe en esta grotesca campaña y responden a la vieja táctica de presentar como no deseadas las medidas que se toman. En efecto, quizá sea peor recortar en pensiones; yo preferiría recortar en gasto militar (un ministerio que solo ha sufrido un 8% de reducción presupuestaria, frente al 21% de educación o el 13% de sanidad).

La participación de España en los programas de desarrollo internacional no es caridad ni beneficiencia ni filantropía. Es la respuesta del Gobierno a una voluntad compartida de toda la sociedad española, la de cooperar para reducir la brecha entre los que tienen y los que no. Una voluntad que se basa en el sentido de justicia y que no puede dejar de lado la historia de los pueblos. Los españoles apoyan la cooperación para el desarrollo porque es de sentido común y es nuestra responsabilidad en un mundo global. Hoy vuelvo a sentir la profunda desunión entre los que mandan y los que observamos y sufrimos sus políticas. Y vuelvo a hacer mío el grito del 15M, porque estas medidas no me representan.

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