domingo, 22 de abril de 2012

Conmemorar la vida

La cosa de la crisis, los recortes, el discurso de la austeridad y la contención del gasto…. toda esa cantinela machacona que cada día nos martillea desde mil medios a veces tiene quiebros sorprendentes. Hace un tiempo leía en el periódico local, el HOY, la noticia de que el Ayuntamiento ha encargado a un escultor pacense la construcción de un monolito (u obelisco, no tengo muy clara la diferencia) que nos recuerde y celebre la batalla de Badajoz en la Guerra de Independencia contra los franceses. En el diario el autor desglosa todos los porqués de la piedra: las cuatro caras como los cuatro ejércitos; el material empleado, que es autóctono, etc. Y esta decisión ha traído cola en los comentarios del personal, diciendo que no está el horno para bollos, y mucho menos para piedras celebrativas.

No sé si a raíz de esta última adquisición o por otros motivos, lo cierto es que el grupo de la oposición, el PSOE, ha requerido a la corporación municipal la elaboración de algo así como un proyecto de Badajoz Monumental, un programa que armonice las estatuas que adornan nuestra ciudad en recuerdo de acontecimientos y efemérides pasadas, que nos ayudan, dicen, a entender el presente y el cómo somos ahora.

Yo paseo en silencio desde el Parque de la Legión, el emplazamiento elegido para el monolito, un lugar que fue testigo de la cruenta toma militar a la que se vio sometida la plaza. Ahora los árboles transmiten una quietud que yo asocio con los ratos que pasaba junto a mi abuela cuando era niño, en el mismo parque, desde una perspectiva diferente. Un poco más arriba, en la misma calle, se erigen cuatro estatuas de Juan de Ávalos que conmemoran a los caídos en la batalla de la Guerra Civil, cuando las tropas franquistas entraron a sangre y fuego por la Puerta de Trinidad. Continúo caminando y me encuentro una moderna escultura metálica, delante del Palacio de Congresos, que recuerda a los represaliados en la posguerra. Es una estructura que proyecta forma de rosa todos los 14 de agosto.

En ese punto quiebro mi paseo y avanzo hacia un edificio en construcción. Se llama “Los naranjos”, y es un bloque de viviendas de lujo que crece con su esqueleto de cemento y ladrillo poco a poco. Las vicisitudes económicas han hecho de esta obra algo largo, que los pacenses podemos ver día tras día. El nombre le viene de lo que había antes en el mismo lugar: la clínica “Los Naranjos”. Antes de pasar a manos de una fundación privada, la clínica fue el centro sanitario de la Cruz Roja donde a muchos, incluidos mi hermano, mi mujer y yo, nos nacieron.

Me quedo mirando los pisos abiertos, porque todavía no tienen paredes, detrás de una valla publicitaria que adelanta un espectáculo prometedor de hogares felices. Y pienso si a nadie se le ha ocurrido levantar en ese sitio un verdadero memorial de la vida. Un monumento que celebre y recuerde a tantos y tantos niños que han abierto sus ojos por primera vez en aquella clínica que hoy se me aparece lejana, entre neblina del pasado. Una escultura, una inscripción, una placa, que conmemore que ése es sitio de vida, lugar de nacimiento, de esperanza en el futuro.

¿Por qué celebramos tanto la muerte, la ausencia y la tragedia? ¿No sería mucho mejor, más humano y más divino, asumir y celebrar la vida que se abre camino cada día, lo que de esperanza y alegría tiene el estar vivo? Quizá nos cuesta, como nos cuesta siempre, entender el milagro de lo habitual y alegrarnos en la certeza de que la vida triunfa, a pesar de todo.

Despedir el pesimismo también pasa por descubrir la necesidad de hacer visibles los gestos increíbles, que no por cotidianos dejan de ser milagrosos, bellos y extraordinarios.






1 comentario:

  1. Parece muy oportuno plantear en estos momentos un monumento conmemorativo de la Guerra de la Independencia. Ya nos plantaron en Minayo a Godoy, ese ilustre pacense que se acostaba con la mujer del rey y que por su ambición desmedida metió a este país en aquella guerra...
    Tenemos que conmemorar la vida, edificarla y dedicarle nuestros monumentos porque desde luego no van a ser nuestros políticos los que lo hagan...

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