lunes, 16 de abril de 2012

La dinámica de lo posible

Con esto de la Pascua vuelven a aflorarme algunas ideas que se hacen recurrentes en los últimos tiempos, quizá catapultadas por resortes escondidos que se accionan ante tantos estímulos negativos. Y es que vengo comprobando que el personal está desolado, más que nunca; los comentarios son siempre de resignación ante el oscuro panorama de recortes y economías que se hunden, de primas de riesgo (quizá el riesgo esté en hablar de cosas tan raras) y en los ataques de los mercados al estado financiero del país.

Nos dicen constantemente que no se puede hacer otra cosa. Los ajustes son dolorosos, pero necesarios. El paro imparable, y los números de las cuentas públicas son públicamente rojos. La insistencia de los líderes es inigualable: no cabe otra opción, es el sacrificio obligado de una sociedad que se pensó más de lo que era, y ahora tiene que pagar la diferencia. Una educación para todos, una sanidad universal, una prosperidad basada en el equilibrio entre clases, son engañosos espejismos en el horizonte que nunca llegarán por más que caminemos.
Que la coyuntura es mala es evidente y reluce en todas las conversaciones. Mi amigo Sergio ha estado cinco años en una empresa que cerró en diciembre. Ahora tiene un contrato indefinido (porque no sabe cuándo se acabará, puede ser en cualquier momento). Mi amigo Julio ha pasado por el periplo emprendedor y ha sentido en sus carnes los dobles raseros de las leyes financieras: el 30% de impuesto de sociedades sobre una iniciativa como la suya, que solo contaba con dos socios y un exangüe capital; mientras que grandes multinacionales disfrutan de las prebendas del 8 o 12% con este mismo concepto. Tuvo que cerrar, y a duras penas ha podido quedarse en Badajoz, renunciando al  exilio de nuevo en Madrid. Mi amigo Jesús acaba de terminar una ingeniería superior, como los dos anteriores, y ve pasar los meses sin que ni siquiera le llegue una oferta de trabajo. La cosa, verdaderamente, está mal.

Me rondan la cabeza palabras constantes de aliento y ánimo. Gestos cotidianos y habituales que dibujen otro escenario posible, otro modo concreto y cercano de vivir el día a día. Ha llegado el momento de hacer presente las alternativas como modos reales de vivir la esperanza. Corren tiempos que urgen a animar, relativizar, hacer vivible y perseguible los ideales que revaloricen la sociedad, es decir, que la vuelvan a llenar de valores. Hoy cabe reivindicar el espacio de lo posible, lo que puede desplazar a todo lo que se nos vende como monolíticamente establecido. 

Frente al desaliento de una situación injusta, no cabe más que denunciar la mentira. Por más que nos lo repitan, por más que parezca inevitable, yo quiero seguir diciendo que mi amigo Jesús no tendrá que irse a Alemania a trabajar; quiero convencer a Sergio de que se puede aspirar a un sueldo digno que le permita proyectar su vida más allá de los meses de contrato que firmó. Me gustaría tener los argumentos necesarios para defender delante de Julio que existen salidas para conciliar las dos vidas que vivimos, la laboral y la personal, porque para eso construimos un modelo de sociedad que debe ser capaz de valorar la felicidad y la realización de las personas. 

Y detecto el sentimiento de que contra el miedo solo cabe la esperanza. Esperanza crítica y fundada de que las cosas no tienen que ser como son, de que el escenario en el que bailamos puede cambiar de aspecto y ofrecérsenos para una danza más alegre que macabra.

Quizá sea un signo de los tiempos tener presente y hacer vivible el mensaje de que para Dios no hay nada imposible. Por eso creo que ante el temor de lo inseguro, inestable, deshumanizado y mezquino no podemos dejar de servir esperanza, una esperanza que se consolide en anhelo de posibilidad.

Todo esto es mi particular manifiesto por lo posible, por lo alternativo, por lo viable y por lo soñable. Porque ninguno de los que me dijeron que no se podía se atrevieron a demostrármelo.

4 comentarios:

  1. Y es que el Crucificado ha resucitado y vive para siempre... ayer estuve haciendo lectura creyente de la crisis con más de cincuenta personas adultas, laicos cristianos, y allí se notaba que es viable el manifiesto por lo posible y por lo alternativo desde la vida de cada día.. es posible la compasión y la justicia... y con ellas todo es posible..

    ResponderEliminar
  2. Bonitas palabras como siempre Chuso... Sólo esperar que nos traigan suerte a los mencionados y a todos aquellos que aún tienen peor suerte que nosotros y que son muchos.

    ResponderEliminar
  3. Unos autores interesantes que plantean otras salidas a los recortes actuales son Vicenç Navarro, Juan Torres o José Iglesias. No parecen muchos, pero son ejemplos de lucha y lucidez en momentos en los que impera la ceguera.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Cierto, Agustín. Eso es lo básico: transmitir que las cosas pueden ser de otra manera. Unas veces será con la esperanza crítica, otras con la denuncia profética... siempre por la dignidad de la persona y desde la certeza de que lo único que merece la pena de la historia es hacer vidas completas, felices y plenas.

      Eliminar