lunes, 19 de marzo de 2012

Caminos y encrucijadas


Confieso que no pude terminar de leer “En el camino”, de Kerouak. Me pareció un tostón insufrible y sólo llegué a la mitad. Alguna vez escuché que a los libros hay que darles cien páginas de margen, con eso tienes suficiente como para saber si merecen o no la pena. El de Kerouak no pasó el filtro, y quedó en el estante de mi casa, asomando el lomo naranja de la edición de bolsillo.

Es sorprendente la cantidad de veces que las personas se giran hacia el camino como imagen vital, como referencia recurrente a la construcción de lo que somos. Pienso en el otro camino, el de Delibes, con sus personajes juveniles y adolescentes y la pléyade de secundarios que retratan la Castilla rural. Pienso también en la carretera de McCarthy, (de este solo vi la película). Y pienso con rabia cómo los nuevos movimientos específicos y eclesiales como el Opus Dei o el Camino Neocatecumenal han monopolizado la bella imagen del sendero de la vida, porque a los cristianos, al principio, se nos conocía sin prejuicios como “los del camino”.

Me gusta mucho esa foto fija que tengo en la cabeza y en el corazón, y que vuelve para describir y para explicar lo que vamos haciendo en la vida. Caminar despacio, a tropezones, equivocadamente, haciendo meandros sinuosos y muchas veces en la dirección errónea. Caminar solos, en el silencio de los pasos regulares; o caminar en compañía, conversando y repasando lo que acontece. Y lo mejor de todo, caminar descubriendo encrucijadas, encontrándonos con otros, viviendo la avanzadilla o la retaguardia de un equipo que cada vez es más amplio. Es ahí donde el camino desarrolla su grandeza, su verdadero sentido.

Este fin de semana he acampado en una de esas encrucijadas que hacen que la vida tenga un sabor especial. El grupo de la JEC al que acompaño, junto con mi amiga y compañera Gema, ha decidido hacer fuego al caer la tarde, sosegarse y descubrirse a la luz de la lumbre familiar para escuchar historias que son verdad y son de vida. El sábado y domingo pasados Nando, Pruden, Virginia, Álvaro, Beni y Marta han compartido sus Proyectos Personales en un espacio de íntima confianza y apertura, conscientes como son de la gracia de caminar con otros. Faltó Guimaly, pero se la tuvo presente. Se han escuchado, se han interpelado e iluminado para atreverse a tomar sus existencias en peso, y han puesto sus vidas encima de una mesa grande y despejada, para hacerlas más auténticas, más suyas, más vida. En la luz de esta comunidad de jóvenes que se divierten, que viven con otros en el mundo que les toca, ellos han querido seguir construyéndose conscientemente, seguir perfilando las personas que quieren ser, desde sus motivaciones más profundas y desde sus deseos más internos. Y lo hacen sabiendo que el Padre Dios y los sentimientos de Jesús aparecen en las libretas de los compañeros, y hablan desde las interpelaciones y desde los silencios y las miradas.

Me siento dichoso y agradecido no solo por haber estado con ellos, por haber compartido ese momento de intimidad construida desde la confianza, por haber sido testigo de gente que crece, sino sobre todo por descubrir estas encrucijadas de la vida, la gracia de la comunidad normal y cotidiana que luce con fuerza cuando las personas avanzan inseguras e inestables, pero fuertes por la debilidad humana compartida.

Enhorabuena Marta, Beni, Álvaro, Virginia, Pruden y Nando. Enhorabuena porque estáis descubriendo el riesgo de lo profundo, el sentido del compartir, la nobleza de la corresponsabilidad y el rostro lleno de comprensión, ánimo y paz del Dios de los caminos.



3 comentarios:

  1. ¡Qué bonito es hacer el camino juntos! Muchas veces poco importa a dónde se vaya, sino con quién… Incluso pudiera ocurrir que se descubra que también el lugar anhelado y/o encontrado es común.

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  2. Y yo sigo sintiendo la alegría de Simeón...ahora Señor,según tu promesa puedes dejar a tu siervo irse en Paz, porque mis ojos han visto a tu salvador... sí, yo gratuitamente - por la gracia de Dios- testigo privilegiado de las encrucijadas vivas de las vidas de estos jóvenes... descalzo como MOisés delante de la zarza porque el terreno que pisamos es sagrado... !Dichosos mis ojos que están viendo estos procesos...¡¡¡¡¡ Soy un afortunado de la vida¡¡¡¡

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  3. Sin duda un fin de semana de vida, donde al poner nuestros proyectos sobre la mesa se hace presente el Espíritu en sus más preciados dones: la transparencia, la valentía, la confianza, la alegría... ¡Qué afortunados nosotros! Ya son cuatro los proyectos de vida que hemos compartido en este grupo y, aunque a veces uno duda al pensar si hace un tiempo veía el camino más claro y ahora le inquietan los recodos de éste, la vida sigue fluyendo imparable como ese río en el que no podemos bañarnos dos veces y lo único seguro son los compañeros de este viaje apasionante. ¡Gracias!

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