viernes, 4 de mayo de 2012

Lo increíble


 A veces el cine nos regala momentos que condensan lo más bonito de la vida. Es el caso de la película de animación “Up”. Advierto que esta entrada puede reventar parte de la sorpresa y el encanto del film, pero no me resisto a traerla aquí para hablar de lo que yo quiero.

La peli tiene quince minutos iniciales que para mí son de lo mejor que he visto. No es que yo sea un experto cinéfilo, pero me apoyo en las opiniones de otros; Javier Bardem las calificó como “síntesis de la mejor historia del cine”. Yo solo veo que lo profundo de la vida emerge entre colores, con toda su viveza. En esos primeros momentos se nos regala la historia de una pareja desde su principio en la niñez inocente hasta que ella parte en la vejez compartida. Y él, en la casa que hicieron juntos, descubre la antigua libreta donde apuntaban sus sueños, sus esperanzas y sus ansias de libertad, proyectadas en viajes y aventuras como las que leían cuando eran adolescentes.
La vida no permitió a esta pareja materializar los viajes. Por un motivo o por otro, nunca pisaron África juntos, ni se internaron en selvas misteriosas, ni descubrieron cataratas escondidas… Su camino fue más pausado, más silencioso, como encargados de un zoo, vendiendo globos de helio a los niños visitantes. Sin embargo, la última hoja del cuaderno se desliza, pocos segundos antes de que la peli acabe, y deja ver las últimas palabras de la mujer: Gracias por la aventura.
 
Hoy quiero recuperar esa imagen de gratitud y de alegría, y sobre todo de profundidad y humano sentimiento. La historia me cuenta algo y me confirma lo que cada día voy experimentando poco a poco, con la intensidad creciente del niño que arranca el papel de un regalo envuelto, la mañana fría de Reyes.

Conozco muchas personas, muchos amigos y muchas gentes que han compartido conmigo algún momento de sus vidas y ahora se encuentran lejos. Las redes sociales nos devuelven con cierta frecuencia las noticias remotas de quienes están experimentando el sueño de los viajes, de lo exótico, de lo extraordinario. Algunos me escriben desde paraísos sugerentes  con nombres difíciles y dorados: Dubai, París, India, China…. Viven lo increíble: conocer gente de otras culturas, compartir experiencias, enfilar la punta de lanza de su éxito profesional… Y lo viven contentos, felices, completos y entusiasmados. Y yo me alegro profundamente por ellos.
 
También yo tengo lo increíble, que voy descubriendo y que cada vez se me muestra con mayor claridad. Tengo lo increíble de vivir en un pueblito pequeño, donde la lluvia, cuando cae, lo hace en el patio de mi casa. Una casa de paredes gruesas y 50 años a sus espaldas. Tengo lo increíble de encender la chimenea con Angelines, mi compañera y mi amiga, que pronto traerá de la mano a Pablo, nuestro futuro común. Tengo lo increíble de mirar en profundidad los procesos de las personas, de amistades cuya edad se cuenta en décadas, de gentes que trabajan contra toda esperanza por que el mundo sea mejor, y ponen sus vidas al servicio de ese sueño.
Lo increíble está ahí, en Badajoz, donde mis padres han ejercido el cuidado y la ternura con grandes y chicos. Lo increíble es la casa que han construido entre los dos, integrando a tantos, a donde mi hermano y yo volvemos para ver pasar el tiempo con ellos; y adonde siguen llegando nombres y rostros. Y hacen increíble el camino y la vida, y me transmiten la certeza sin palabras de que hay pilares inquebrantables que nos soportan a todos.

Hace muchos años me surgió una pregunta que me acompaña desde entonces. ¿Cómo contar lo que vivo, cómo trasladar esa seguridad de que hay elementos internos que hacen que lo exterior se ponga  al servicio de la vida plena, grande y rica? Llevo desde entonces queriendo escribirlo, pero se me resiste, porque siempre me parece poco convincente… Pero claro, ¡es que es increíble!

1 comentario:

  1. Otro cinéfilo momento increíble y memorable es el final de la película la Teniente O'Neill, que recibe un regalo de su oficial, un libro del poeta D.H. Lawrence en el que está marcado el siguiente poema titulado Self-pity ("autocompasión"):

    I never saw a wild thing sorry for itself. A small bird will drop frozen dead from a bough
    without ever having felt sorry for itself.

    Nunca he visto a un ser salvaje compadecerse de sí mismo. Un pájaro caerá muerto congelado de una rama sin jamás haberse compadecido de sí mismo.

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