viernes, 19 de octubre de 2012

Universidad republicana



La huelga de estudiantes convocada para estos días ha inundado de pasquines la universidad. Uno de ellos se ha detenido en el cristal de la puerta que atravieso cada día para entrar al laboratorio. 

Estoy acostumbrado a ver sin mirar mil carteles cada día, los más anunciando pisos en alquiler, fiestas varias o clases particulares. Sin embargo, el edificio donde trabajo no acoge a muchos estudiantes ni profesores, es un lugar de prácticas que se usa tan solo en épocas concretas de curso. Ahora no.

Me he quedado mirando el texto sugerente que escribe, negro sobre blanco, algún alumno comprometido con la causa de la rebeldía. Informa de la huelga y propone actividades paralelas, alternativas a las clases, gestos de disconformidad, indignación y denuncia. Hacía mucho tiempo que no veía este tipo de movimientos en la universidad extremeña, casi tengo que mirar a la lejana intervención en Irak o al 11M para recordar iniciativas de participación ciudadana con alcance tan amplio.

Adela Cortina, una profesora de la universidad de Valencia, escribía en El País un artículo para mí paradigmático. Lo tituló, con gran acierto, “Universidad Republicana”, y venía a decir, en términos generales, que la sociedad necesita una universidad que reproduzca buenos modelos de organización, buenos valores ciudadanos y buenos esquemas, armónicos, de convivencia. Republicana en el sentido amplio, pudo decir participativa, colectiva, justa o cooperativa. Ella optó por el republicanismo cívico. Yo también.

El folio escrito que hoy colgaba del vidrio de entrada rápidamente me ha hecho recordar esa Universidad Republicana, y he visto el mensaje codificado a través de las múltiples consignas que hoy pugnan por hacerse realidad, una vez las personas se atreven a soñarlas. Cuando en las plazas se dialoga, se discute, se propone y se denuncia, se está poniendo en marcha un modo de entender la política y la sociedad. Cuando los alumnos convocan a la Asamblea y piensan y reflexionan sobre las relaciones entre la Universidad y la Sociedad, sobre el efecto de los recortes en la calidad educativa y sobre el papel de sí mismos en el proceso, hay algo nuevo en el ambiente.

Y me ilusiona pensar que, a pesar del descrédito palmario que los medios de comunicación hacen de todo movimiento que cuestiona lo establecido; a pesar de las mentiras y las manipulaciones para no dejarnos acceder a la verdad; a pesar de lo extendido que está el no moverse para salir en la foto, una mano joven fijó ese cartel en mi puerta y me llamó la atención. Y me dijo mucho más de lo que está escrito: no estamos muertos, la comodidad no nos ha matado.

Alguien debería recordarnos a todos que esta crisis está sacando lo mejor de unos y lo peor de otros. Somos necios si no distinguimos quién es quién.

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