lunes, 15 de octubre de 2012

Pilares de certidumbre



Dicen los profetas liberales del ahora que los tiempos del trabajo para toda la vida ya pasaron. Que ya no queda pensar en esa estabilidad laboral de nuestros padres, sobre la que se construyó el estado del bienestar. O más bien al revés, quién sabe. Lo cierto y verdad es que ya no cabe pensar en encontrar empleo rápido y seguro, no se puede soñar con la jubilación tras cuarenta años en la misma empresa, ni siquiera parece posible renunciar a la movilidad geográfica. Las nuevas leyes del dios mercado quedan escritas a fuego en el sentir de los jóvenes, y nadie discute que has de estar preparado para lo que venga: formación indefinida, movilidad indefinida, flexibilidad indefinida… ¡lo único que no es indefinido es el propio empleo!

Mi amigo Alejandro sabe de las malas rachas en el trabajo. Ha pasado por una empresa familiar que, tras un periplo de más de veinte años, ha zozobrado por culpa de impagos externos, víctima de la falta de liquidez de administraciones y particulares. Ahora trabaja sin los agobios de la gerencia, durmiendo mucho mejor y riendo más, a tiempo y a destiempo. Ha optado por un trabajo a media jornada en una consultora ambiental. 

Sonia, de la que ya hablé en otra entrada, vive la cooperación para el desarrollo, la sensibilización y la educación con fuerza pasional. Trabaja en la organización solidaria Entreculturas, que apuesta por el desarrollo de los pueblos a través de propiciar la escolarización de niños y niñas. Por eso hablan de escuelas que cambian el mundo. Ahora, Sonia, como tantos otros trabajadores del tercer sector, ve con inquietud el futuro de este campo, que se ha caído de los presupuestos con una reducción de hasta el 70%. Y sufre, sobre todo, porque los que van a quedar fuera son los miles de beneficiarios a los que Entreculturas, como tantas otras ONGDs, no va a llegar.

Blanca también trabaja en el campo de la solidaridad. Está contratada por la Coordinadora de Organizaciones No Gubernamentales para el Desarrollo (CONGD) de Extremadura. Su contrato está sometido a la renovación sistemática de proyectos que dependen del gobierno autonómico. Así, hoy tiene empleo, mañana ya veremos.

Alguna vez oí que el hombre necesita seguridades en su vida, puntales a los que agarrarse, pilares que le soporten. Todos andamos huérfanos de certezas, buscando esos cuatro o cinco asideros que nos garantizan una existencia tranquila. Por eso el movimiento obrero reivindica el papel central del trabajo en la definición de las personas, o se establecen criterios mínimos de salario, de estabilidad en el empleo o de protección ante imprevistos de salud o de otro tipo.
  
Alejandro, Sonia, Blanca, y tantos otros nombres que hoy podría poner sobre la mesa también buscan esas certidumbres claras, esos lugares seguros a donde volver cuando fuera es noche cerrada. Para ellos también existe esa necesidad humana de encontrar calor, de que no todo sea vaivén, porque ellos también tienen un proyecto de persona, de pareja, de familia. Sin embargo, ellos, y muchos más, han encontrado un cimiento más hondo, una estructura más firme donde aguantar los pilares de sus certidumbres. Han encontrado un modo distinto de apuntalar la vida, de encontrar seguridades. Esos puntales están en el servicio, en la entrega, en vivir  priorizando el ser al tener, en gozar de un ahora sabroso que anticipa el mañana. Porque el mañana llega con brío solo si el hoy es hermoso. Y casi siempre conviene escudriñar el horizonte para entender que merece la pena poder caminar.

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