viernes, 11 de mayo de 2012

El derecho al delirio

Uno de los libros más audaces y recomendables en los tiempos que corren es el Patas Arriba, de Eduardo Galeano. No sé, para ser sinceros, si en el acerbo de su ideología se encuentra previamente el concepto en el que hoy me detengo. Yo lo descubrí hace ya varios años, más de los que quisiera y menos de los necesarios, y cada día que pasa me doy cuenta de la urgencia de reivindicar el derecho al delirio.

Delirio como ensoñación utópica, quizá ilusa, quizá falta de realidad. Delirio como mirada lejana, con amplitud y con hondura; ojos fijos en el horizonte y frente alta, llena de pájaros que vuelan todavía más alto y más lejos. Delirio como acción, delirio agente de cambio y delirio, al fin, como sentido interno de la transformación que nos puede devolver la humanidad.

El derecho de Galeano es el derecho a un mundo nuevo, derecho re-hecho para cuando el mundo esté al derecho. Delirio de justicia, gratuidad y virtud; pérdida de lucidez capitalista para ganar luces personales y vitales. Ese delirio me pertenece, y lo traigo y lo llevo encima, porque lo veo cada día como algo más que un ensueño.
 
Y ahora que vibran las voces del aniversario del 15M, yo veo el delirio de una nueva ciudadanía, activa, participativa, atrevida y militante. La gente de siempre, la que siempre sorprende, sale a las calles y toma el espacio público, una metáfora preciosa de la necesidad apremiante de recuperar lo colectivo, lo que es de todos. El 12M es el germen y a la vez el fermento de un futuro que es ya presente: el de los que claman por que se instaure el sentido común y de justicia en nuestros modos de convivencia.

Lo que voy descubriendo en medio de tanta desvergüenza y sinrazón es que la utopía anida en lugares insospechados, crece en medio de la mala hierba (la cizaña evangélica) y se instala a pesar de todo. Por eso, tengo derecho a compartir el delirio de una política puesta al servicio de todos, y especialmente de los que van a la cola de la historia, acaso rendidos al borde de los caminos. Para mí, los más locos de todos éstos son los que luchan desde formaciones pequeñas y vocacionadas exclusivamente al servicio de otros, como el Partido por un Mundo Más Justo (M+J), que sueña con superar la ideología y sustituirla por fraternidad y justicia. Y es delirante porque en todas las elecciones sacamos más votos que los propios y cercanos; los corazones de las gentes se acercan y se manifiestan pidiendo cambios.

También están aquellos y aquellas que creen que no todo está perdido, y militan con alegría y muchas decepciones en los partidos habituales; o colaboran con ellos, sin perder su independencia. De éstos conozco varios que transmiten esperanza en los políticos, porque ellos ejercen como tales y procuran situar el bien de todos por encima de sus intereses. Concejales, Directores Generales, Secretarios y Viceloquesea, el cargo les queda pequeño porque lo grande es su trabajo y su esfuerzo.

Y como los circos malos, esos humanos extraños que quieren que las cosas mejoren desde la calle, desde las ONGs, desde lo colectivo... repiten en otras iniciativas que pretenden, persiguen, promueven y proponen el cambio de lo que anda oliendo mal en torno a nosotros. Por eso surgen voces como las del Proyecto FIARE, banca de economía alternativa, solidaria y justa, que recoge lo mejor de la tradición cristiana de las Cajas de Misericordia y concibe la economía como algo viable para el hombre que no es lobo.

Somos muchos los que creemos estar locos, porque nuestra mente viaja más rápido que nuestras manos y vemos ya los signos de que todo tiene que cambiar. El consumo, la tecnología, la educación, los votos, los dineros, las acciones, la ecología, la religión, etc. Son delirios a los que tenemos derecho para caminar. Los iré trayendo poco a poco a este espacio que no deja de ser algo quimérico. Es el desvarío de pretender que la esperanza se contagia, que lo posible es real, que ya está aquí la utopía. Que solo tenemos que abrir la puerta, porque hay voceros que la anuncian. A ellos, portadores de buenas nuevas, les debo mi vida.

4 comentarios:

  1. "os recogeré de entre las naciones... y os llevaré a una tierra nueva, con agua pura os tengo que liberar de todas vuestras inmundicias, arrancaré vuestro corazón de piedra y os daré un corazón de carne.. y haré que caminéis según mis preceptos... yo seré para vosotros como un Padre, y vosotros seréis mi pueblo... algo nuevo está naciendo ya ¿no lo notáis?... derramaré mi espíritu sobre vosotros... Este tiempo es único para profetas. Ilumínanos Señor con tu Espíritu¡

    ResponderEliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  3. Me encanta siempre esa metáfora tan tuya del circo en el que todos acaban siendo los mismos personajes. Lamentablemente, la actualidad también nos habla de que hay otros circos malos (realmente malos) en el mundo: ¿Acaso no son los que antes gobernaban y legislaban para allanarse su futuro camino los que ahora ocupan los bancos y ni siquiera, como me decía un profesor hace unos días, tienen la decencia de operarse la cara o cambiarse el nombre para disimular? (Ahí tenemos al señor Rato).
    Sin embargo, ese delirio del que hablas es el gran desafío de nuestro tiempo: liberarnos de todos nuestros prejuicios históricos e ideológicos (qué triste es ver cómo algunos jóvenes defienden a ultranza desde la ceguera ideológica argumentos que suenan a rancios y anacrónicos en sus bocas llenas de vitalidad y de vida simplemente por seguir incondicionalmente una determinada estética política).
    La verdadera libertad parece que nos la dará dejar nuestra mente y nuestros ideales volar bastantes metros por encima del suelo y confiar en que nuestros pies nos llevarán a los caminos y los espacios que la utopía va delineando en el horizonte.

    ResponderEliminar
  4. Querido Jesús, gracias por tu reflexión siempre tan pertinente. Quizás es un momento interesante para reclamar también la "cordura", pero en su sentido etimológico, es decir aquella que también tiene en cuenta al corazón y a los sentimientos, quizás mucho de los que afirman tomar decisiones "cuerdas" al menos tendrían que plantearse la pertinencia de usarlo.

    ResponderEliminar