viernes, 4 de abril de 2014

Las profesiones del futuro



Hace un tiempo la revista que trae el periódico todos los domingos encabezaba su primera página con un sugerente título: 

Las profesiones del futuro.
Y con cierta gracia, apostillaba Todos los conocimientos que su hijo deberá dominar para triunfar en 2030. Yo había comprado el diario en un paseo que estaba haciendo con Pablo para propiciarle el sueño. Lo que empezó siendo una cantinela de lloros y quejas se estaba tornando en esa quietud preciosa de ojillos entrecerrados, manos caídas y laxitud que anticipa el descanso. El suyo y, por añadidura, el mío.
 

Caminaba rápido por las calles de Badajoz hacia las tres de la tarde, con la prensa en los bajos del cochecito, observando por el ventanuco de plástico que ofrece la capota cómo el niño se relajaba. En el momento justo, la respiración se le acompasó y supe que ya podía volver a casa. En el camino de vuelta, pensé en el artículo central de la revista.

A todos nos gustaría que nuestros hijos triunfasen en el futuro. Que fueran personas de éxito, que se realizasen en sus trabajos y que se les reconociera su labor como profesionales excelentes. Pero nunca había pensado cuáles serían las cualidades que deberían brillar en Pablo para hacer de él un ganador. Los redactores hablaban de idiomas, tecnología, gestión de equipos humanos, autoformación…

Pues ahí van mis sugerencias:

  • Me gustaría que dominase el arte de la papiroflexia. Para que siempre tenga algo que regalar.
  • Que fuera capaz de sentarse a escuchar la música de los arroyos cuando haga senderismo. Aunque la música la lleve él. Aunque el sendero no exista. 
  • Que supiera que el tiempo está para llenarlo de nombres y de voces. Que la única forma de perderlo es vaciarlo de gente. 
  • El éxito le vendrá dado si puede mirar siempre a los ojos de los hombres y mujeres, independientemente de lo que les vaya a decir.
  • Que entendiese los lenguajes de las personas, especialmente aquellos que no se escuchan.
  • Ojalá Pablo sepa arrastrar a otros en búsqueda inquieta. Y ojalá encuentre remansos de satisfacción y de plenitud en medio del movimiento.
  • Que se esfuerce en entender que ganar solo siempre es casi como perder. El verdadero triunfo es el que se comparte.
  • Que entienda lo gratuito del viento en la cara en verano, el sol al amanecer y el cielo sin nubes en las noches de invierno.
  • Que se entrenase cada día en vivir con profundidad. Que descubriese lo bello del mundo aun cuando esa belleza habite en la lucha.

Es posible que sean competencias que se salen de los currículos académicos. Pero para mi hijo, estas son algunas de las habilidades que le deseo. Según El Semanal, tenemos hasta el 2030 para conseguirlas. ¿Alguien conoce otras más provechosas?


2 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo, sin duda. Hablas de lo realmente importante, de lo que realmente hace a alguien ser feliz, o casi. Sin embargo, no podemos dejar de lado el punto de vista desde el que trata el tema la revista. Estoy a un paso de acabar el bachillerato y aun no sé qué hacer. Tengo numerosas preferencias en lo que a gustos se refiere. También tengo un problema; a dia de hoy, no puedo limitarme a decidir en funcion de mis gustos. Las estadísticas y las experiencias que se han ido sucediendo antes que la mia abalan que, si hiciera la carrera que realmente me gusta (Filosofía, aunque hay mas ejemplos) acabaría sin trabajo y, probablemente, impotente e infeliz. Disfrutaría de unos conocimientos y un pensar que admito fervientemente, pero me costaría llegar a final de mes (...) y, en definitiva, estaría inmersa en multitud de problemas económicos. Puedo mirar esto desde el lado positivo y pensar que puede que la jugada me salga bien y le haga un 'jaque mate' a las estadísticas, pero las probabilidades son pocas y el riesgo, bajo mi punto de vista, considerable.
    Quiero decir con esto que, al final, tenemos menos elecciones de las que en principio creíamos disponer, porque todo viene condicionado.
    Encantada de haberte leido; tienes una seguidora más ;)

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  2. Gracias por tus palabras, Beatriz. Me encantaría decirte que es una decisión fácil, que es sencillo valorar los pros y los contras de cada posibilidad, pero estaría mintiendo. Y yo no miento... ¡casi nunca! Lo que sí te puedo decir es que yo estudié Ingeniería Química y he acabado dando clase en la Facultad de Educación, hablando de ética y nombrando habitualmente a Aristóteles, Platón y Kant cuando enseño Didáctica de las Ciencias Experimentales.
    Yo te recomendaría que armonizases bien los criterios vocacionales con aquellos más de "servicio", lo que habitualmente llama la gente "salidas profesionales". ¿Qué necesitará la sociedad del mañana? Y, ya puestos, me tiro al barro: estoy seguro de que el mundo será mejor si hay gente dispuesta a enseñar a pensar. Y yo pediré buenos profesionales para educar conmigo a Pablo.
    Mucha suerte y muchas gracias.
    Un abrazo,
    Jesús

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