viernes, 22 de noviembre de 2013

Habitación abierta



Para David y Teye, celebrando compartidamente la llegada de Diego.


El nacer de un hijo es como arreglar una estancia.
Pones papel nuevo en las paredes
Llenas poco a poco de muebles bonitos
el espacio vacío y limpio, marcado de miradas.

Comprobar el balanceo
Y el correr y descorrer de las cortinas.
Mullida la cuna y la cama,
la luz exacta, la temperatura precisa.

Y la ropa dispuesta en cajones.

El nacer de un hijo es descubrir la habitación vacía
y hacerla viva y expectante.
Abierta a la vida que llega
y acogedora de nuevos y viejos
-aunque hoy también nuevos-

Esta pieza cercada de la casa
que antes no estaba abierta y hoy rebosa calor.
Esa estancia que siempre languidecía, llena de trastos inútiles:
Plancha, herramientas, viejos fantasmas…
Y hoy es la clave central de un corazón que late nuevo, después de los años.

Y descubres que el nacer de un hijo es habilitar un trozo de entraña.

Usarlo para querer, usarlo noche y día. Habitarlo porque está habitado.

Esa estancia de papel pintado, más adentro,
sitio donde hoy vives más alegre.

El nacer de un hijo es rehabilitar el corazón.
y rehabitarlo,
siendo de otro,
 descubrir
el sentido verdadero
del amor propio.

Foto: David Sánchez Calzada. El niño en brazos es Pablo, nuestro hijo, con apenas dos meses.

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