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Esto me pasa con los eventos sociales. Con
las bodas, por ejemplo. También me pasa con la Navidad, o con los
acontecimientos más mundanos… particularmente con las bodas, lo reconozco. Normalmente
me sitúo en actitud constructiva y positiva, tratando de observar sin juzgar,
disfrutar y compartir la alegría de la fiesta. Pero también casi siempre me
chirrían los excesos de buscar el más difícil todavía, el golpe de efecto
mayor; me pasó la primera vez que vi llegar a la novia en coche de caballos, la
primera vez que supe lo que costaba un vestido blanco o cuando me percaté que
los trajes de novio no son como los de chaqueta, que tienen un plus de
elegancia y brillo.
Este fin de semana hemos vivido la boda de
mis cuñados. Jesús y Eva han decidido convocarnos a todos para celebrar y
celebrarse. Y lo han hecho en la tradición cristiana, con el misticismo que
Rahner decía propio de los seguidores del Maestro que van a pie, en las curvas
del camino y enfangados en la realidad. En esa convicción de que celebrar es entrar en el misterio de lo humano, hoy os
presento el final de la Eucaristía que vivimos, alegres y felices de que Eva y
Jesús apuntalen la dimensión de fiesta
que todos llevamos dentro. Fue su hermana, Angelines, mi compañera, la que leyó este texto sencillo que brota del saber que todo lo que nos
sucede es de agradecer.
Alaba, alma mía al Señor.
Dad gracias al Señor nuestro Dios, porque es eterno su amor.
Yo te bendigo, Padre bueno, Dios
de pueblo, del cielo y del suelo. Bendigo tu nombre en medio de todos, familia
próxima y prójima, porque hoy has estado grande con nosotros.
Bendigo tu nombre en Jesús y en
Eva, que hoy son muestra y piedras vivas de tu amor por todos. Porque en ellos
se hace verdad el Evangelio de tu Hijo, la bella parábola del grano de mostaza
que hoy nos congrega en un árbol de fuertes raíces y portentosas ramas. Lo que
empezó hace tanto, hoy sigue el camino del respeto, del proyecto, de la
posibilidad, de la felicidad compartida.
Hoy me alegro en lo profundo de mi
alma por ser testigo de su historia sencilla y diaria. Me alegro en ti, Señor,
porque sé que Tú estás con nosotros, vestido de fiesta, feliz de ver cómo tu
proyecto se realiza en ellos dos, y desde allí los proyectas al mundo.
Alabo tus sendas, que nos juntan y
nos cruzan, celebrando hoy este paso más en la vida de mis hermanos. Tus
caminos son los de la vida en abundancia, que se da, se entrega, para ser más
vida y para contagiar la Buena Noticia de tu hijo. Esa Noticia que hoy se hace,
o más bien se deshace entre todos, esparciendo dicha. Estamos felices.
Bendigo tu nombre y te doy
gracias, porque hoy celebramos el amor de dos que son más que dos. Y te pido,
Padre, seguir acompañando y dejándome acompañar por ellos. Compartir vida y
proyecto, camino y sendero, a cada paso que demos juntos. Te pido para ellos el
don de ser don para otros, como hasta ahora. De ser regalo generoso, la medida
remecida y apretada de fraternidad solidaria.
Yo te bendigo, Padre bueno, porque
hoy, y todos los hoys, has estado grande con nosotros.
Gracias Jesús, pero ya sabes que solo puse voz a tus palabras y pensamientos. Seguiremos viviendo y compartiendo.
ResponderEliminarLa poesía, como la oración, no es de quien la escribe, sino del que la necesita. ¡Un beso gordo!
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